Desde tiempos inmemoriales, este caldo se ha utilizado por motivos medicinales para tratar los problemas de intestino.
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El caldo de huesos contiene valiosos minerales en una forma que puede ser absorbida y utilizada fácilmente por su cuerpo, tales como calcio, magnesio, fósforo, silicio, sulfato de condroitina, glucosamina y otra variedad de minerales
En pleno siglo XXI, una nueva cartera de productos ha irrumpido con fuerza en el mercado para ampliar el número de alternativas dentro de la gastronomía más saludable.
Seguramente cualquier lector alguna vez haya oído hablar, por ejemplo, de los superalimentos, un grupo muy exclusivo de ingredientes naturales ricos en nutrientes y con un poderoso efecto sobre la salud del ser humano.
Hablamos de la famosa quinoa, las semillas de chía, la espirulina, la stevia, la cúrcuma, la chlorella, el kale o las bayas de Goji, todos ellos una fuente rica de minerales, vitaminas y fitoquímicos.
Sin embargo, no siempre lo más novedoso y original es también lo más saludable. No hace falta buscar en otras culturas para dar con un aliado de altura para tu organismo. Y es que el caldo de huesos ya se utilizaba en la antigüedad como método medicinal contra la disfunción intestinal; una cualidad que se mantiene intacta, pero que con el paso de los años ha caído en el olvido. Al menos hasta ahora.
En la tradición (y el colágeno) está la clave
Ya en el siglo XVIII, el farmacéutico y filántropo Antoine-Alexis Cadet de Vaux investigó a fondo las propiedades del caldo de huesos, con resultados sorprendentes. A través de su obra 'Mémoire sur la gélatine des os et son application à l'économie alimentaire', el francés reveló el increíble poder de los elementos que componen esta receta tradicional.
Entre ellos se encuentra la glicina, un aminoácido esencial que facilita la digestión y favorece la regeneración celular; minerales como el calcio, el magnesio o el fósforo; y una gran cantidad de proteínas biodisponibles, resultado de la cocción lenta a la que debe estar sometido el caldo.
© iStockEsta opinión es respaldada por la periodista, cocinera e investigadora en temas de nutrición Sally Fallon en su libro 'Nourishing Broth'.
En él, la experta asegura que "la ciencia valida lo que sabían nuestras abuelas. Los caldos contienen minerales en una forma que el cuerpo es capaz de absorber con facilidad.
Elementos como sulfatos de condroitina y glucosamina, que ahora se venden como suplementos caros para la artritis y el dolor en articulaciones".
No obstante, la auténtica joya de la corona es el colágeno. Este nace de los huesos cuando están expuestos a altas temperaturas, como las que se requieren para cocinar el caldo resultante. De hecho, la mejor forma de verificar que es de buena calidad pasa por comprobar si presenta una textura gelatinosa después de la refrigeración. Para que el caldo sea mucho más nutritivo, los expertos recomiendan añadir patas de pollo y cerdo, pues estas contienen altas cantidades de colágeno y cartílago que convierten el caldo en un elixir curativo.
Beneficios para la salud del caldo de huesos
A pesar de que el caldo de huesos sea un remedio tradicional para luchar contra resfriados y problemas digestivos, estamos ante una receta que tiene mucho que demostrar. Su potencial radica en que los huesos deben cocinarse lentamente sumergidos en agua, lugar donde van a parar los nutrientes que se extraen de dichas articulaciones. Finalmente, nuestro organismo absorbe todas esas sustancias a través del plato final. ¿Qué beneficios nos aporta?
Alivia el síndrome del intestino permeable: el colágeno al que antes hemos hecho referencia actúa como un bálsamo calmante que cura y sella el revestimiento de los intestinos, evitando así otras dolencias de carácter autoinmune o neurológico.
Un gran aliado de nuestra piel: esta sustancia proteica ayuda también a prevenir y corregir las arrugas, así como a favorecer la elasticidad y firmeza de la piel. Un poder que se extiende a otras partes del cuerpo como el cabello, las uñas, los tendones o los ligamentos.
Bueno para la artritis y el dolor muscular: el caldo de huesos contiene sulfatos de glucosamina, condroitina y otros compuestos procedentes del cartílago, capaces de reducir el dolor que provoca la artritis, es decir, la inflamación de las articulaciones de los huesos.
Favorece la desintoxicación: hoy en día, el ser humano está expuesto a una gran cantidad de ingredientes artificiales, productos químicos o pesticidas que pueden dañar gravemente al organismo. Para complementar la desintoxicación natural del mismo, el caldo de huesos ayuda al sistema digestivo y al hígado a expulsar los desechos y eliminar toxinas.
Promueve la pérdida de peso: aunque parezca un plato ligero e insustancial, el caldo de huesos tiene un poder saciante que controla el apetito y mantiene a raya la necesidad de consumir alimentos ricos en azúcar y calorías.Última tendencia gastronómica
A pesar de las increíbles propiedades que siempre le han acompañado, unidas a un sabor capaz de reconfortar a cualquiera, el caldo está experimentando un renacimiento dentro de las tendencias culinarias del momento. Todo comenzó con la publicación del citado libro 'Nourishing Broth', que relata las cualidades terapéuticas del caldo y que ha motivado a multitud de restaurantes de todo el mundo a incluir esta receta milenaria en su exclusiva carta. Tal es su popularidad que ya existen los llamados Bone Broth Bars o bares de caldo de huesos. Aderezados por un entorno alternativo y un envase sostenible que ayuda a cuidar el medio ambiente, estos locales han crecido como la espuma en ciudades como Nueva York, Londres, Vancouver o Sydney.
Verónica Mollejo
lun, 04 jun 2018 11:15 UTC
https://es.sott.net/article/60342-El-poder-sanador-del-caldo-de-huesos
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