En multitud de casos los resultados de un estudio científico se han visto influidos por la financiación de su patrocinador.
Sin una ciencia independiente no es posible un conocimiento auténtico sino que sólo conoceremos lo que a los intereses comerciales les interesa, es decir, una parte.
Por eso me he alegro especialmente de que científicos de todo el mundo reunidos en la Universidad Politécnica de Madrid, en un encuentro organizado por la Agencia Europea de Medio Ambiente, los científicos independientes de ENSSER y la Fundación Vivo Sano, hayan elaborado un plan de acción con peticiones que extenderán a los legisladores europeos para aumentar la protección de los ciudadanos frente a los intereses de las industrias.
Los especialistas han marcado cuatro grandes áreas: sustancias químicas, contaminación electromagnética, nanotecnologías y transgénicos. Como líneas generales, reclaman que se sepa quién financia los estudios de evaluación de riesgos. Hartmut Meyer, coordinador científico de ENSSER:
“Frente a las evidencias científicas sobre la peligrosidad de una nueva sustancia suelen surgir otros estudios asegurando que no existe tal riesgo, pero para tener una visión completa del asunto es fundamental saber quiénes están financiado el estudio y los intereses que hay detrás“.Piden también algo tan sensato como que la legislación se base en el principio de precaución, que se asegure la transparencia a todos los niveles y que haya un acceso fácil y completo a la información.
En relación a los productos químicos, solicitan que se investiguen los efectos de la combinación de sustancias, en lugar de estudiarlas individualmente y por separado, puesto que actúan de distinto modo. Para Meyer:
“No es posible esperar a tener el conocimiento absoluto respecto a la peligrosidad de una sustancia para proteger a la población. Hay que legislar teniendo en cuenta el principio de precaución“.En cuanto a los cultivos transgénicos, reclaman a las autoridades que se aseguren de que las investigaciones son totalmente independientes y que pese más la seguridad de la población que la protección de la patente. Esto valdría igualmente para los productos de la industria farmacéutica, entre otras.
Al parecer, está a punto de salir al mercado un nuevo maíz transgénico que es mezcla de cuatro variedades, también transgénicas, que están aprobadas. Los productores se amparan en la legalidad de todas éstas, sin contar con el potencial peligro de que salgan subespecies y más subespecies de cultivos transgénicos”, según Irina de la Flor, directora de la Organización para la Defensa de la Salud.
Los científicos piden que se estudie la salud de las personas que trabajan con nanotecnología y que se etiqueten los productos informando si contienen o no estos elementos, como quieren que se haga con los transgénicos. La nanotecnología está presente en infinidad de productos de consumo, por ejemplo, para que la salsa ketchup resbale en los envases y no quede nada en el fondo. Muy útil como veis (qué de guarrerías ingerimos). Las consecuencias para la salud a largo plazo son imprevisibles.
Sobre los campos electromagnéticos solicitan que se fijen legalmente límites de contaminación bajos y que los comités internacionales encargados de establecer los máximos de exposición a radiofrecuencias estén libres de intereses económicos.
Así que por responder a la pregunta del título, en efecto, los estudios sucios de las industrias sucias los financian las idem.
Publicado por Miguel Jara el 28 de mayo de 2012
Fuente: http://www.migueljara.com/2012/05/28/quien-financia-los-estudios-cientificos-de-las-industrias-sucias/
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