La práctica del Yoga tiene numerosos efectos.
Si bien existen distintos tipos de Yoga y distintas escuelas, lo cierto es que los pilares de la práctica son comunes a todas ellas.
Tampoco es necesario seguir de forma estricta un método y unas instrucciones. De hecho, la flexibilidad mental y la exploración del propio cuerpo y, sobretodo, de los propios límites, son elementos que con la práctica vas descubriendo e integrando no sólo en la clase, sino también en tu vida diaria.
Es un viaje a tu ser interno que inicias sin darte demasiada cuenta y en el que es importante que tomes conciencia de que, como todo proceso, es lento y a veces doloroso a nivel emocional, pero al final, siempre positivo. No importa la edad ni el estado físico de la persona que se inicia en el Yoga: no estamos compitiendo con nadie, ni exhibiéndonos ante el público. Entender el Yoga de ese modo es desvirtuar todo su contenido.
En Yoga cada persona lleva su propio ritmo y su propio camino y lo importante es ir abriéndose a la experiencia de sentir tu propio cuerpo y tus propias emociones. Lo demás, no importa.
PRECISIÓN, PERCEPCIÓN y PODER DE INTEGRACIÓN son partes de la práctica, aunque cada escuela y cada maestro las transmiten de distinta manera.
Desde la propia experiencia, la precisión puede traducirse como la toma de conciencia del propio cuerpo: saber dónde está cada órgano y cada parte del cuerpo, reconocer el espacio que ocupan y como se armonizan con el movimiento realizado en las asanas o posturas. Una parte muy importante de la práctica es tomar conciencia de la espalda y de su firmeza – que no rigidez – y de la zona lumbar, que siempre debe estar protegida colocando la pelvis en retroversión.
La percepción es el darse cuenta del momento presente, de nuestro cuerpo y de nuestro estado interno en ese momento. La respiración es parte fundamental del Yoga, al ser el vehículo que nos transporta al momento presente y nos ayuda a olvidarnos de todo lo que ha sucedido durante el día, por lo menos, durante un rato. Concentrarse en cómo el aire entra y sale de nuestra nariz, notando su temperatura, contando el tiempo que dedicamos a cada inspiración y expiración y sintiendo las tres fases de la respiración (abdominal, costal y clavicular), potencia nuestra capacidad de percepción sensitiva, tanto del entorno como de nuestro estado interno.
Por último, la integración sería uno de los efectos más importantes de la práctica del Yoga. No me gusta hablar de “objetivo”, porque precisamente en Yoga el camino y el momento presente son el disfrute, no hay objetivos más allá de eso. Pero es cierto que cuando llevas tiempo practicando Yoga eres capaz de ser consciente de cuándo tu cuerpo está en tensión al trabajar al ordenador, cuándo tu respiración es entrecortada e incompleta, cuándo tus emociones están revolucionadas o cuándo estás anclado en la queja. A partir de la toma de conciencia de nuestro cuerpo, de nuestra mente y de nuestras emociones podemos llevar el Yoga a nuestra vida cotidiana. Todo ello nos ayudará a potenciar nuestra salud y a disfrutar de una nueva forma de ver el mundo y disfrutar de la Vida, a través del bienestar y el equilibrio interno.
Fuente: http://evidasana.com/blog/yoga-precision-percepcion-y-poder-de-integracion/
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