La fiel compañía que aportan estos animales debe coexistir con la convivencia vecinal o el sacrificio diario que realizan los dueños.
La llegada del otoño viene aparejada de una cuota de nostalgia. El periodo estival dice adiós dejando un fugaz rastro de lo que en su día fueron vacaciones. La vuelta al cole o retornar al puesto de trabajo requiere de una amplia dosis motivacional, siendo ésta una de las razones por las cuáles, cada vez más familias se deciden a adoptar un perro en estas fechas.
Un «nuevo inquilino» en el hogar con quien jugar y a quien querer, pero también una responsabilidad que obliga a un sacrificado esfuerzo para su correcto desarrollo. A pesar de las impagables sensaciones que proporcionan, nadie dijo que tener un perro fuera a ser fácil.
La compañía, su principal virtud
Expresiones como «el perro es el mejor amigo del hombre», o «cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro», no son producto de la casualidad. Estos animales domésticos poseen el don de ofrecer la más fiel de las compañías. Si, por ejemplo, vuelves molesto del trabajo, ahí estará tu perro para sacarte una sonrisa.
«Un perro, por mucho espacio que tenga, lo que necesita es atención»
Manuel, profesor de economía, sale a diario a pasear con Duke, un Mastín del Pirineo que resalta por su gran tamaño y poblado pelaje. Ambos conviven en un piso de Madrid, «las personas se piensan que tener un perro grande requiere de una amplia parcela, pero no es del todo cierto. Un perro, por encima de todo eso lo que necesita es atención por parte del dueño». Quien adquiere un perro debe saber que tendrá que sacarlo todos los días, con independencia de que esté lloviendo o nevando. «El coste en dinero es mucho menos importante que el coste en tiempo», advierte Manuel mientras termina de sacar a Duke.
A un perro, del mismo modo que hacen los padres con los hijos, hay que ponerle normas. La enseñanza desde cachorros es fundamental para evitar problemas futuros, «educar bien a tu perro es necesario para ahorrarte problemas con los vecinos. No es plato de buen gusto que tu perro se ponga a ladrar a las 4 de la mañana», avisa Sara respecto a uno de los problemas que más quebraderos de cabeza provoca.
«Educar bien a tu perro es necesario para ahorrarte problemas con los vecinos»
Recoger los excrementos de la calle es un buen baremo, «por suerte para nosotros, Madrid está plagada de papeleras provistas de bolsas de basura para las cacas», asegura Sara que no ve razón para obviar esta obligación». Manuel lanza una reflexión, «del mismo modo que los conductores deben sacarse el carnet, se debería implantar algún curso para todos aquellos que tengan un perro a su cargo».
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