Escuchar como mínimo una hora de música bailable, puede aumentar perceptiblemente los anticuerpos que mejoran la función y protección inmunológica, dicen investigadores.
El legendario ídolo de reggae Bob Marley lo dijo de manera simple y elocuente: “Algo bueno acerca de la música es, que cuando te golpea no sientes ningún dolor”. Hay una experiencia intangible, pero poderosa que se produce cuando escuchamos música, sobre todo cuando se trata de la música que amamos. Puede transportarnos y transformarnos a estados alterados de consciencia, afectando de inmediato nuestro estado anímico.
Durante el largo tiempo que hemos tenido oídos para escuchar ritmos y melodías naturales, hemos sido seducidos. Los primeros humanos golpeaban tambores y soplaban a través del diyiridú (instrumento de viento), para canalizar los sonidos que surgían dentro de nuestro espíritu humano.
Los chamanes de todas las épocas han confiado ciegamente en el sonido como herramienta fundamental en la curación de las dolencias físicas y psicológicas. En las ceremonias de curación en América del Sur, que utilizaban el poderoso brebaje de la planta alucinógena ayahuasca, se decía que la música era la nave que guiaba a los caminantes a través de la densa selva tropical que es la medicina, manteniéndolos centrados y capaces de alcanzar una gran curación.
Y aunque parezca difícil situar a la música pop moderna a la misma altura que los sonidos sagrados usados por los chamanes; en realidad puede haber más similitudes de lo que pensamos, sobre todo en estimular la capacidad del cuerpo para protegerse y curarse a sí mismo.
Investigadores de la Universidad de Sussex y del Instituto Max Planck de Leipzig, Alemania, descubrieron que escuchar como mínimo una hora de música bailable, puede aumentar perceptiblemente los anticuerpos que mejoran la función y protección inmunológica. Del mismo modo, las hormonas del estrés que pueden influir en la función inmunológica, decrecen al escuchar música ligera.
Un estudio publicado en la revista Journal of Advanced Nursing descubrió que la música puede tener un efecto positivo en el tratamiento del dolor, tanto agudo como crónico. El estudio encontró que la música reduce el dolor relacionado con la osteoartritis, problemas veertebrales y artritis reumática, hasta en un 21%.
La Sociedad Americana de Hipertensión, constató que con sólo escuchar 30 minutos de música relajante, se ha conseguido disminuir realmente la presión arterial en individuos clínicamente diagnosticados con hipertensión arterial.
Los investigadores constataron que aquellos que habían escuchado regularmente música variable, presentaban un ritmo cardiorespiratorio más bajo cuando escuchaban música lenta; y uno más alto y más rápido, cuando se aumentaba el ritmo de la música. Los investigadores también constataron que los resultados no se vieron afectados por las preferencias musicales de aquellos que escucharon la música.
Numerosos estudios mostraron una profunda conexión entre la música y el aumento de la capacidad de aprendizaje en los niños pequeños. Un estudio de 2006 publicado en la revista Brain (Cerebro), encontró que los niños que también habían aprendido a tocar algún instrumento musical, mejoraron su memoria en habilidades matemáticas, incluyendo literatura, proceso visoespacial, y en general su coeficiente intelectual.
Muchos de nosotros hemos utilizado la música para alterar nuestro estado de ánimo en algún momento. Tal vez, incluso la hemos utilizado para procesar una situación desagradable: sintonizando una canción favorita que se compartió con una ex, o una canción que le recuerda a un padre fallecido, un hermano o amigo.
Estas experiencias son purificadoras, nos ayudan a vivir y a movernos en medio de un sentimiento de tristeza. Mucha música, en sí, nació de las dificultades, pérdidas, dolor y, aunque no debamos directamente decirlo, en una canción sobre la depresión podemos poner nuestro propio dolor y frustración, sin embargo, a la postre, nos ayudará a liberarnos también de ella.
Y desde luego, la música también puede sacarnos de nuestros estados de sufrimiento. Un estudio publicado en Nature Neuroscience descubrió que la sustancia química dopamina, muy buena para el bienestar personal, había sido liberada en el cerebro de los sujetos durante los momentos extremadamente agradables experimentados mientras escuchaban música. Se registró en ellos un incremento del nueve por ciento en la producción de dopamina mientras escuchaban música especialmente agradable a sus oídos, disminuyendo así la depresión hasta en un 25 por ciento.
Por Jill Ettinger – Naturally Savvy
Visto en : La Gran Época
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