Una excelente fuente de vitamina B6 (piridoxina), de manganeso, selenio y vitamina C y de varios minerales entre ellos el fósforo, potasio, calcio, hierro y cobre, es nada menos que un diente de ajo.
El ajo, un ingrediente culinario muy preferido, forma parte de la familia de las liliáceas, igual que la cebolleta y el puerro; todos conocidos por su fuerte aroma y sabor.
Durante la historia, el ajo ha recibido la fama de ser un remedio casero muy confiable, según confirman documentos en sánscrito de hace unos 5 mil años; pues ha sido usado contra epidemias como cólera y tuberculosis.
Además, en la Primera Guerra Mundial, salvó a un número indeterminado de soldados de las malas condiciones sanitarias, al ser aplicado como antiséptico para limpiar y curar heridas y tratar la diarrea.
De igual manera, hoy en día los estudios han resaltado los caracteres terapéuticos del ajo al momento de disminuir el riesgo de cáncer, enfermedades cardíacas y los niveles de colesterol.
En este sentido han subrayado que componentes sulfurosos podrían frenar el crecimiento de las células cancerosas y bloquear tumores, además de sus capacidades de dilatar los vasos sanguíneos para así bajar un poco la presión arterial y reducir el riesgo de ataques al corazón.
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