1. No usan fertilizantes minerales que desequilibran el suelo
Con fertilizantes a base de nitrógeno, fósforo y potasio se consigue que las plantas crezcan mucho en poco tiempo, pero la concentración de nitratos aumenta entre un 30 (en espinacas) a un 65% (en acelgas) y se incrementa la proporción de agua (de un 5 a un 30%).
El agua por su parte reduce la concentración de nutrientes y acorta la duración del alimento. Los agricultores ecológicos utilizan compost elaborado con restos vegetales o estiércoles de oveja, vaca, conejo y gallina.
Con estos fertilizantes orgánicos y mediante la rotación de los cultivos y el descanso del suelo, el agricultor ecológico trata de promover la fertilidad natural de la tierra en la que intervienen muchas sustancias y microorganismos.
Un estudio suizo ha mostrado que la tierra de las granjas ecológicas posee más gusanos, artrópodos, microorganismos, hongos y bacterias que permiten a las plantas absorber más nutrientes.
2. Están libres de plaguicidas tóxicos
La agricultura convencional recurre a más de 400 plaguicidas, la mayoría de los cuales son probados alergénicos, neurotóxicos y cancerígenos. Según la Oficina Estatal de Control Químico y Veterinario de Alemania se ingiere una media de 0,4 mg de plaguicidas por cada kilogramo de frutas u hortalizas.
Cada vez más expertos están de acuerdo en que a largo plazo no existen dosis que resulten seguras por muy bajas que sean. El agricultor ecológico tiene prohibidos los plaguicidas sintéticos. En su lugar puede utilizar una serie de sustancias mucho más seguras como el azufre, el sulfato de cobre o el permanganato de potasio, así como preparados a base de plantas.
Sí, pese a que muchos "expertos" lo nieguen. Múltiples estudios han demostrado que las frutas y hortalizas ecológicos contienen una concentración mayor de nutrientes.
Un estudio financiado por la Unión Europea entre 2004 y 2009 mostró niveles más altos de ácidos grasos poliinsaturados en carnes y hasta un 90% más de vitamina C en frutas y hortalizas.
Un equipo dirigido por Lola Raigón, ingeniera agrónoma y catedrática de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Valencia, halló que las verduras ecológicas muestran mayor concentración de minerales y vitaminas: 25% más de potasio en lechugas, 14% más de calcio en tallos de hinojo, 16% más de hierro en judías, 20% de más de vitamina C en el zumo de naranja y 10% más en el pimiento verde.
La mayor concentración también afecta a los compuestos que dan sabor a los alimentos, lo que explica que los consumidores encuentren más sabrosos los productos ecológicos.
4. Y más antioxidantes anticancerígenos
Muchos alimentos vegetales aportan sustancias químicas que sin ser nutrientes poseen efectos antioxidantes saludables. La mayoría son flavonoides o ácidos orgánicos que confieren a las plantas resistencia frente al sol o las plagas.
En el organismo humano, estos compuestos actúan contra los denominados radicales libres que pueden dañar las células y favorecer el desarrollo de tumores.
Además de proporciones mayores de minerales, vitaminas y antioxidantes, la carne y los productos lácteos ecológicos aportan también hasta un 60% más de los beneficiosos ácidos grasos omega-3.
La explicación es que en las granjas ecológicas los animales comen más hierba y hacen más ejercicio al aire libre.
6. Más respeto hacia los animales
Los animales llevan una vida mucho mejor en una granja ecológica. La ley establece que cada animal debe contar con una superficie adecuada de terreno para moverse al aire libre y prohíbe la castración y las mutilaciones que son usuales en las granjas ecológicas.
Las vaca deben alimentarse también con hierba, no solo con granos, y las crías no pueden ser apartadas de sus madres.
El caso de las gallinas es paradigmático: las ecológicas viven sueltas al aire libre, mientras que las convencionales pueden vivir su corta existencia dentro de una nave industrial, en una jaula donde no puede moverse ni pisar suelo.
Por supuesto, las condiciones de vida del animal se reflejan en la calidad de los productos, ya sea leche, carne o huevos, que presentan una distinta composición química debido al estrés, la falta de movimiento y otros factores.
En España, el número de trabajadores en el sector de la agricultura ecológica viene aumentando un 20% cada año, incluidos los recientes de crisis y destrucción masiva de empleo en otros sectores.
Una granja ecológica requiere de más mano de obra especializada que una convencional y necesita proveerse de materiales y servicios para funcionar, elaborar y comercializar los productos.
Al promover la economía rural también favorece otros negocios como la construcción, el ocio y las actividades culturales o relacionadas con la salud y el bienestar.
8. Más amigos de los niños
Muchas personas se inician en el consumo de alimentos ecológicos al tener su primer hijo porque son conscientes de la importancia de ofrecerle los alimentos menos contaminados y más nutritivos posible.
Tienen mucha razón, porque el organismo de los niños es mucho más vulnerable que el de los adultos a los agentes tóxicos, sobre todo a aquellos que afectan especialmente a los sistemas reproductivo, nervioso e inmunitario, que se encuentran en una etapa de desarrollo acelerado.
De hecho, esta vulnerabilidad ya existe durante la gestación, por lo que las futuras madres también debieran vigilar la calidad de su alimentación. También las parejas que desean concebir tienen razones para elegir alimentos ecológicos, pues según estudios realizados con animales aumentan entre un 30 y 200% su capacidad fértil.
Existen muy pocos productos en el mercado que declaren poseer ingredientes transgénicos. Pero no por eso se está libre de ellos, porque si la proporción del componente transgénico no supera el 0,9%, su declaración en la etiqueta no es obligatoria. Por otra parte, el queso, los huevos y la carne convencionales se obtienen de animales que son alimentados casi con toda seguridad con pienso transgénico.
Según Greenpeace, el cultivo de transgénicos supone un incremento del uso de tóxicos, contaminación del suelo, pérdida de biodiversidad, desarrollo de resistencias en insectos y ‘malas hierbas’. E implica sobre todo riesgos sanitarios, pues sus efectos sobre los vivos son “imprevisibles e irreversibles”.
La producción ecológica excluye completamente los transgénicos.
10. Sin antibióticos
La carne y la leche de producción ecológica están libres de restos de antibióticos. Estos medicamentos son utilizados en las granjas convencionales para tratar o prevenir las enfermedades de los animales, que en su mayoría se deben a las malas condiciones de vida. Donde pueden encontrarse con más probabilidad es en la leche y en la carne, sobre todo de pollo y especialmente en elaborados como los nuggets.
Un agricultor ecológico tiene que recurrir primero a las plantas medicinales o a la homeopatía, antes de utilizar un antibiótico o un medicamento sintético bajo control del veterinario.
Si necesita recurrir a un medicamento para salvar la vida del animal, luego tiene dejar el tiempo que sea necesario para que no se encuentre ningún residuo en el producto comercializado. Este plazo de espera nunca es inferior al doble del que establece la ley para el medicamento empleado.
¿Tienes alguna razón más que nos quieras comentar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario