Lo he intentado, en serio. Me he venido arriba y he cumplido con todo lo que me había propuesto… al menos, durante la primera semana:
1. He ido al gimnasio, a clase de zumba y cardiobox, a aquacombat, kranking y bosu. Y de momento, lo único que he conseguido es tener agujetas hasta en las uñas.
2. La comida verde está bien unos días para hacer un plan detox post-verano… pero se me está poniendo cara de acelga. Creo que mi cuerpo ya se merece un buen filetón, ¿no?
3. He sido formal y me he acostado pronto. Llego como una rosa a la oficina, sí, pero no tengo tema de conversación con nadie, como no he salido la noche anterior ni he visto el reality de turno… creo que esto tampoco era buena idea.
4. También he ido a clase de chino, pero por algún motivo… me suena todo a chino. No consigo distinguir ni dos palabras escritas (esos símbolos son todos iguales), y en una semana solo he aprendido a decir hola: ni hao.
5. Y qué decir del yoga. No le pillo el punto a retorcerme en posturas imposibles. Pero he pensado llevarme a clase los apuntes de chino, igual si los leo al revés mirando al sol y en la postura de la grulla me entero de algo.
Aún así, no vas a poder conmigo, Otoño. Ni tus virus, ni tus lluvias, ni tus exigencias de planes. Voy a empezar con energía y estoy preparado para ello: tengo mi Aquarius a mano para venirme arriba en cualquier lugar y en cualquier momento. ¿Qué más necesito? ¡Ah, sí! Nuevos retos…
Septiembre 18, 2015
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