Tal y como nos revela un estudio, el cerebro de las niñas madura antes que el de los chicos.
Es sobre los 10 años cuando se inicia en ellas la poda neuronal, así como la reorganización cerebral para favorecer unas conexiones más rápidas y eficaces.
De algún modo, la ciencia ya intuía que, por término medio, el cerebro de las niñas madura antes que el de los niños.
Sin embargo, ha sido un estudio de la Universidad de Newcastle el que ha apoyado con datos esta hipótesis. Es más, se sabe incluso que este avance en su desarrollo neurológico puede aparecer hasta diez años antes que en los chicos (tener en cuenta que las diferencias individuales son muy grandes y no solo se explican en función del sexo).
Ahora bien, cabe matizar un aspecto. El que las niñas muestren un desarrollo cerebral más temprano que los niños no significa que ellas tengan un potencial intelectual más elevado. Significa, básicamente, que entre los 10 y los 12 años presentan una mayor organización cerebral y hay una actividad neurológica más elevada. Los niños, por su parte, inician este mismo proceso madurativo entre los 15 y los 21.
Es decir, ambos sexos siguen unos mismos procesos neuromadurativos que les permitirán en última instancia, lograr un cerebro listo para interaccionar con el entorno con mayor capacidad de reflexión, atención, menor impulsividad, etc. Sin embargo, las niñas empiezan ese proceso antes.
Asimismo, cabe resaltar un detalle del cual nos hablan también los neurocientíficos. En la actualidad, están apareciendo determinadas circunstancias ante las cuales nuestros pequeños son vulnerables a nivel neurológico.
El sedentarismo, la desconexión social y el preferir los estímulos digitales, e incluso esa presión externa por obtener buenos resultados que a fin de cuentas, resta tiempo al juego, está originando que los niños tarden más en alcanzar todo su potencial cerebral.
«Solo cuando ese cerebro emocional ha recibido el cariño que necesita, puede tener una capacidad intelectual plena”.
-Álvaro Bilbao-
¿Por qué el cerebro de las niñas madura antes que el de los niños?
Los científicos de la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, realizaron un estudio en el 2013 donde hallaron datos no esperados. El objetivo de este trabajo, según explica Marcus Kaiseer, profesor del departamento de psicología de esta universidad, era conocer el nivel de conectividad del cerebro humano entre los 4 y los 40 años.
A medida que realizaban las pruebas y las resonancias magnéticas se dieron cuenta de algo muy significativo. Las niñas de entre 10 y 12 años mostraban un cerebro más maduro que el de los niños.
Sin embargo, ¿qué queremos decir cuando usamos el término «maduro»? Implica que el cerebro ya ha iniciado el proceso de podar esas conexiones neuronales que no considera importantes para reorganizar el cerebro de manera eficiente.
Veamos más datos para comprenderlo mejor.
Menos conexiones, pero más fuertes y sofisticadas
Si dijésemos que un cerebro hábil, fuerte y con buen potencial es un cerebro con un nivel justo y adecuado de conexiones, es posible que muchos se sientan confundidos.
A menudo, solemos pensar que cuantas más conexiones neuronales tengamos más recursos, competencias y habilidades tendremos. Sin embargo, esa no es la clave. De hecho, se piensa que uno de los principales problemas de las personas con autismo es precisamente su hiperconectividad.
Así, uno de los principios en el desarrollo cerebral del niño es que se lleve a cabo una adecuada poda neuronal. Los bebés llegan al mundo con cerca de 100.000 millones de neuronas. Hasta más o menos los dos años de edad, se van originando un gran número de sinapsis. No obstante, a partir de esta edad se inicia lo que se conoce como poda neuronal.
La finalidad es destruir esas conexiones (sinapsis) que no se usan y fortalecer (mielinizar) las que sí se usan. Este fortalecimiento hará que las conexiones que queden sean más veloces y eficaces. Este proceso de poda neuronal no concluye hasta pasados los 20 años.
Ahora bien, el estudio llevado a cabo en la Universidad de Newcastle, nos señala que el cerebro de las niñas madura antes que el de los niños, porque ellas, llevan a cabo este proceso entre los 10 y los 15 años. Los niños por su parte, culminan este proceso sobre los 20 o 21.
La necesidad de mejorar la conectividad neuronal en el cerebro infantil y adolescente
El hecho de que el cerebro de las niñas madura antes que el de los niños no significa ni mucho menos, que ellas deban recibir una educación diferenciada.
De hecho, algo que señalan los expertos y que ya hemos comentado al inicio, es la necesidad de atender las condiciones educativas, emocionales y personales de los niños para que alcancen una conectividad neuronal efectiva.
¿Qué queremos decir con esto? Queremos incidir en unos hechos muy elementales. Por ejemplo, el cerebro de un niño no está hecho para que esté todo el día sentado. Los pequeños necesitan movimiento, explorar, descubrir, jugar, interaccionar con otros niños, experimentar sensaciones, emociones, sentimientos…
Es cierto que el cerebro de las niñas madura antes que el de los niños, pero debemos poner las condiciones más idóneas para que tanto ellas como ellos, lo hagan del mejor modo, aprovechando todo su potencial. Para este fin, nunca está de más recordar esas dimensiones que más pueden ayudarles a lograrlo.
¿Cómo optimizar el desarrollo cerebral de los niños?
Una primera estrategia es atender a sus emociones. Factores, como contar con un apego saludable, con el amor, seguridad y cariño del entorno familiar, son esenciales. A partir de ahí es muy significativo que les ayudemos a gestionar y entender sus emociones.
Otro pilar fundamental es la alimentación correcta. Es preferible optar por productos saludables, evitando bollerías industriales, grasas saturadas, etc.
Seguidamente, es esencial que favorezcamos la actividad física, el movimiento, el juego, la manipulación, el construir cosas con las manos.
Asimismo, no podemos descuidar que los niños tengan contacto social con sus iguales, que jueguen, que interaccionen entre ellos.
Por último, no podemos olvidar esa piedra angular en la educación de un niño. Nos referimos al factor curiosidad, a impulsar su capacidad de asombro, de inventiva, de crear, experimentar, equivocarse, acertar, probar, sentir e ir descubriendo el mundo a su ritmo.
El cerebro infantil tiene sus propios tiempos, pero nosotros, como facilitadores, también tenemos la oportunidad (y la responsabilidad) de optimizar ese proceso.
7 noviembre, 2019
Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Valeria Sabater
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