La clave estaría en la calidad de las conexiones entre distintas regiones del hemisferio izquierdo implicadas en el habla
Para algunas personas aprender una lengua nueva es relativamente sencillo, mientras que para otras se vuelve una tarea complicada. La clave de esa diferencia podría estar en la calidad de las conexiones entre las dos zonas del hemisferio izquierdo implicadas en el habla, según una investigación española publicada en el último número de Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). El trabajo lo han llevado a cabo investigadores del grupo de Cognición y Plasticidad Cerebral del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), en colaboración con el King’s College de Londres.
La investigación aporta información sobre las vías neurales relacionadas con el aprendizaje de palabras nuevas en general. En concreto, sobre una estructura determinante en este proceso, elfascículo arqueado, un haz de fibras nerviosas que conecta las regiones auditivas del lóbulo temporal, que hacen posible la comprensión, con la región motora implicada en la producción del habla, situada en el lóbulo frontal. Ambas están el hemisferio izquierdo del cerebro, ya que para el 95% de las personas diestras y el 70% de las zurdas este hemisferio es la base del lenguaje verbal, mientras que la comprensión de los aspectos no verbales como la fonética y el ritmo, se localizan en el hemisferio derecho.
Según la investigación, las diferencias en desarrollo del fascículo arqueado condicionan la capacidad de memorizar palabras nuevas, lo que es determinante a la hora de aprender una lengua nueva. «Al escuchar una palabra nueva hay que traducirla al código motor que va a hacer posible pronunciarla. Esto permite que se mantenga brevemente en la memoria de trabajo y que posteriormente pase a la memoria a largo plazo, donde se almacena», explica la psicóloga Diana López-Barroso, principal firmante del estudio.
Autopista de alta velocidad
Esas diferencias que hacen posible una mayor facilidad para memorizar se deben a una mayor mielinización del fascículo arqueado. La mielinización sería como el «asfaltado» de las carreteras, que permite una mayor velocidad para transmitir información. Esto a su vez hace posible una mayor sincronización entre la actividad de las regiones que conecta:_el área de Broca, situada en el lóbulo frontal, implicada en la emisión del habla, y la de Wernicke, responsable de la comprensión, situada en el lóbulo temporal.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores estudiaron mediante resonancia magnética funcional el cerebro de 27 voluntarios bilingües mientras escuchaban nueve palabras artificiales de tres sílabas (como nulade, ritebu, nukode), para asegurarse de que eran totalmente desconocidas. Así pudieron constatar que la sincronización entre la actividad de las regiones conectadas por este fascículo nervioso era mayor en los participantes que aprendían mejor las palabras.
El estudio podría también ayudar a explicar nuestra capacidad única como especie de aprender un lenguaje. Según explica López-Barroso, en nuestros parientes más próximos, los monos, está más desarrollada una vía alternativa de comunicación, denominada ventral. Aunque une las mismas regiones cerebrales está relacionada con el procesamiento de la información a nivel visual. En nuestra especie, está más desarrollada la vía principal, o dorsal, «relacionada con la capacidad de manipular información auditiva», crucial para el lenguaje».
Esta ruta alternativa abre también nuevas posibilidades en el campo de la neurorrehabilitación de personas con lesiones en este haz de fibras nerviosas que interfiera con la emisión o comprensión del habla:_«En este caso, podemos buscar otro camino alternativo [la vía ventral] para llegar al mismo sitio», indica López Barroso. Una ruta, aclara, que, como muestran algunos estudios, utilizan los niños que aún no han desarrollado totalmente el fascículo arqueado dorsal, que tarda más que el ventral.
PILAR QUIJADA
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