Durante la época soviética los antibióticos occidentales no podían traspasar el Telón de Acero, de manera que los médicos de la URSS aprendieron a usar virus para matar bacterias infecciosas. Pronto este método podría implantarse en todo el mundo.
© RT/Reuters
La técnica de curar las infecciones con las mismas bacterias que las provocan se remonta a miles de años, cuando los humanos observaron que el agua de algunos ríos podía curar enfermedades infecciosas como la lepra y el cólera. A principios del siglo XX los científicos descubrieron que esas aguas contienen virus muy específicos que matan a las bacterias causantes de infecciones.
Lo que actualmente se conoce como 'terapia de fagos' se perfeccionó en la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial. Pero la medicina occidental se aferró a los antibióticos, que tienen efecto tanto sobre la enfermedad como sobre la salud. Hoy en día, los rápidos avances en la medicina mundial han llevado a la evolución de nuevas bacterias que resisten incluso a las bacterias asesinas.
"En la reunión de la Sociedad Americana de Microbiología (ASM) celebrada en Boston el mes pasado, Grégory Resch, de la Universidad de Lausana, en Suiza, presentó el proyecto Phagoburn: el primer ensayo clínico multicéntrico de la terapia de fagos para las infecciones humanas, financiado por la Comisión Europea", reporta 'Nature'.
Una de las más importantes ventajas de la terapia de fagos es que mientras que los antibióticos funcionan de forma indiscriminada, matando tanto las bacterias sanas como las infecciosas, cada tipo de fago se dirige precisamente a un tipo muy específico de la bacteria.
Es probable que en EE.UU la ley que prohíbe patentar genes de origen natural se haga extensible a los fagos. Pero aun así hay esperanza de que la terapia de fagos siga siendo ampliamente utilizada en Rusia, Polonia y Georgia.
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