La Dra. Jane Plant, luego de una profunda investigación, sostiene que incluso “Si una mujer occidental tuviera que ir a vivir a la industrializada e irradiada Hiroshima, reduciría a la mitad su riesgo de contraer cáncer de mama.” ¿Sabes porqué? Las japonesas no gustan del consumo de lácteos.
Y agrega, para despejar dudas: “Entonces descubrí lo que causaba la gran diferencia de las distintas tasas del cáncer de mama entre países orientales y occidentales. NO ES UNA CAUSA GENÉTICA.
La investigación científica mostró que cuando chinas o japonesas se trasladan a Occidente, en una o dos generaciones, su tasa de contraer cáncer de mama, se acerca a las tasas de la comunidad que les acoge.”
Además, la leche y sus derivados son responsables de muchos de los problemas de salud que hoy nos aquejan y aunque se sostiene que es un alimento rico en calcio, como principal argumento para promover su consumo, lo cierto que hay estudios muy significativos que asocian el mayor consumo de lácteos con las tasas más elevadas de osteoporosis.
Un caso emblemático es el de Estados Unidos que siendo el mayor consumidor de lácteos es donde más incide la osteoporosis en la población.
Algo que parece que no alcanzan a entender los nutricionistas de formación académica convencional es que no solo es importante la cantidad de un nutriente en un alimento sino también su biodisponibilidad, la cual en la leche es muy baja para el caso de este mineral. Un motivo menos para ingerir leche y sus derivados.
Una linda opción es empezar a incorporar las leches vegetales; mis preferidas son de avena, alpiste, sésamo, nueces, almendras...
¡Universos de Bendiciones para que la salud se manifieste plena en ti!
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