lunes, 20 de agosto de 2018

El fraude rosa o los efectos secundarios de hacer mamografías a personas sanas

Las mamografías, que se hacen con la intención de detectar si una mujer tiene cáncer de mama, están cada vez más cuestionadas porque causan más daños que beneficios. No dejan de ser una fuente de radiación que, como concluyen los estudios más recientes, no puede ser usada para buscar cáncer en personas asintomáticas, que es lo que suele hacerse.

En algunos países, como por ejemplo Uruguay, es obligatorio para las mujeres entre 50 y 69 años de edad someterse a una mamografía cada dos años tanto para acceder a un trabajo como para conservarlo.

 Cuando en 2012 Ana Rosengurtt, ingeniera de profesión y la mujer que consiguió hace dos años que un juez sentenciase que hacerse una mamografía no puede ser obligatorio, se encontró en esa situación, la cuestionó e inició una investigación para decidir si la aceptaba o la rechazaba.

Ella misma nos cuenta qué fue encontrando (parte de sus averiguaciones fueron publicadas en la prestigiosa revista British Medical Journal). Lo que sigue son sus palabras:



La radiación es carcinogénica y no me convencía aceptar una intervención médica que, careciendo yo de síntomas de cáncer de mama (CM), me obligaba a someterme periódicamente a un procedimiento que podía generarme la misma patología que pretendía detectarme precozmente.

Investigando en internet sobre la existencia de posibles demandas de mujeres contra el médico o el servicio de salud por haber desarrollado CM como consecuencia de la exposición sistemática a la radiación del mamógrafo, descubrí que eso no existía porque en todo el mundo fuera de Uruguay se exige el consentimiento informado a las mujeres que se someten al cribado mamográfico.

Esa formalidad sólo alimentó mi suspicacia y me pregunté cómo había sido autorizado el uso repetitivo de la radiación para detectar cáncer en personas sanas. Un estudio sueco de 2013 reportaba que para validar la nueva mamografía digital había realizado un ensayo clínico sometiendo a un grupo de mujeres a ambas tecnologías (mamógrafo de película y digital).

Vale decir que cada mujer había sido sometida a dos estudios mamográficos en el mismo momento. Si el mamógrafo de película era usado como referencia de base para validar las nuevas tecnologías, debía indagar y determinar cómo se había aprobado originalmente.

Contacté con la FDA, la agencia de medicamentos y productos sanitarios de Estados Unidos, que me facilitó el enlace donde podía acceder y verificar las aprobaciones desde 1977 de los mamógrafos y sus accesorios. Gracias a esa fuente analicé varios documentos allí disponibles, tanto de los primeros mamógrafos de película como de los modernos digitales.

En todas las aprobaciones consta que la decisión de la misma se basó en que el dispositivo era equivalente a otros equipos existentes en el mercado pero sin especificar exactamente a cuál ni si permanecen aprobados. Sólo uno de ellos detalla datos obtenidos en un estudio clínico realizado a 60 mujeres de entre 46 y 63 años que fueron sometidas a tres tipos de mamografías cada una.

Todos los mamógrafos aprobados por la FDA están clasificados como equipos de radiología. Por tanto, el uso previsto (“intended use”) como las indicaciones para su uso, corresponden a los de cualquier otro dispositivo para el diagnóstico radiológico, es decir, para diagnosticar una patología a un paciente que presenta síntomas.

La aprobación garantiza su seguridad para el uso previsto, esto es, tanto para el paciente que se somete una vez como para el operador que lo aplica en muchas personas.

Si bien sólo unos pocos mamógrafos habrían sido aprobados para cribado de cáncer de mama no hay más información sobre cómo surge ese reconocimiento.

Resulta entonces que el uso repetitivo del mamógrafo en mujeres sanas sería un uso no autorizado (“off label use”) y que los ensayos clínicos, reconocidos mundialmente que en teoría probaban la eficacia del cribado mamográfico para la detección precoz del CM, habrían servido de validación. Sin embargo un metaanálisis de 2013 realizado por los daneses Gøtzsche y Jørgensen había demostrado que dichos ensayos presentaban resultados sesgados a favor de la eficacia del cribado mamográfico.



En 2014 un comité de expertos suizos había recomendado que se cancelaran todos los programas de detección precoz de cáncer de mama por cribado mamográfico. Luego fue Francia en 2016 que dio a conocer un informe realizado por su comité de expertos que recomendó lo mismo. El fundamento principal de ambos grupos de especialistas era la alta tasa de sobrediagnósticos de CM que resultaba del cribado mamográfico.

En diciembre de 2017, un análisis de los datos del sistema de salud británico (NHS), realizado por Daniel Corcos, reveló que la cantidad de mamografías sucesivas a las que se había sometido cada mujer estaba relacionada con el riesgo de desarrollar un CM. La mayor incidencia de cáncer de mama se suele atribuir al sobrediagnóstico.

Sin embargo, los cánceres radioinducidos se pueden distinguir de los cánceres sobrediagnosticados por el hecho de que su incidencia depende del número de mamografías previas, mientras que el sobrediagnóstico puede ocurrir en cada mamografía (independientemente de las anteriores).

En mujeres de 50 a 64 años la incidencia de cáncer ductal (el de mama más común) aumentó linealmente de 1993 a 2005 en función del número de mamografías a las que se había sometido cada mujer. 

La incidencia de cáncer de mama invasivo registró un aumento en el rango de edad de 60-69 años. El riesgo de ocurrencia de CM casi se duplicó después de 15 años del cribado.

Otros cánceres comenzaron a ocurrir menos de seis años después de realizada una mamografía. Estos resultados evidencian que es la carcinogénesis inducida por rayos X, en lugar del sobrediagnóstico, la causa del incremento de la incidencia de cáncer de mama.

En resumen: el mamógrafo no estaría aprobado para el cribado, los ensayos clínicos no probaron su eficacia y los datos emergentes de los programas nacionales indicarían que radioinduce todo el CM resultante de su uso no autorizado.

Por Miguel Jara 20 de agosto de 2018
http://www.migueljara.com/2018/08/20/el-fraude-rosa-o-los-efectos-secundarios-de-hacer-mamografias-a-personas-sanas/

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