Especialistas andaluces han elaborado un posicionamiento sobre las pruebas no validadas para detectar esta condición
JUE 03 ENERO 2019. 16.40H
La prevalencia de intolerancias alimentarias se sitúa en torno al 15-20 por ciento de la población, y su incidencia ha crecido en los últimos años. Sin embargo, una gran parte de los tests que se venden para detectarla no tienen evidencia científica.
Así lo señala el posicionamiento sobre estos tests del Grupo Andaluz de Trastornos Funcionales Digestivos, que forma parte de la Sociedad Andaluza de Patología Digestiva y el Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Andalucía.
Muchas personas no están diagnosticadas de intolerancia pero manifiestan una clínica que les hace pensar que se debe a algún tipo de mala absorción de un alimento, y acuden a estas pruebas, que se pueden encontrar en “farmacias, aseguradoras de salud, algunos centros de salud particulares, centros de medicina alternativa, gimnasios e incluso peluquerías”.
Malnutrición y desnutrición
Los falsos diagnósticos pueden dar lugar a restricciones dietéticas que pueden causar malnutrición
Por tanto, pueden adquirirse sin necesidad de prescripción por parte de un profesional sanitario. El Grupo de Trastornos Funcionales Digestivos advierte que en sus resultados puede tener mucha importancia el efecto placebo, e incluso achacar a la presunta ‘intolerancia’ síntomas que tienen otras explicaciones.
Como consecuencia, las personas pueden someterse a restricciones dietéticas que llegan a ocasionar daños graves, como malnutrición o desnutrición, especialmente en los grupos más vulnerables, además de retrasar un diagnóstico efectivo de la problemática.
Test para intolerancia alimentaria sin evidencia
El Grupo Andaluz de Trastornos Funcionales Digestivos señala los siguientes tests como carentes de evidencia científica:
Test de histaminosis o intolerancia a la histamina. Tiene varios tipos (desde cutáneos hasta la medición de la histamina en heces y orina) pero sus resultados no son claros ni concluyentes, mi permiten valorar la degradación de la histamina ingerida. Además, puede provocar síntomas de intolerancia en controles sanos.
Test de inmunoglobulina G (IgG) frente a alimentos. Se basa en la presencia de anticuerpos IgG e IgG4 específicos frente a alimentos, y requiere una extracción de sangre. La literatura actual sugiere que su presencia es un marcador de exposición y tolerancia, por lo que, en realidad, son más indicativos de una dieta normal, y el test predispone a falsos diagnósticos.
Test VEGA. Registra variaciones de las corrientes eléctricas en el cuerpo cuando se sitúa el alérgeno en un circuito cerrado entre la mano del paciente y, “habitualmente, un punto de acupuntura en los dedos”. Esta prueba ni siquiera tiene una base científica.
Alcat test. Tras la extracción de una muestra de sangre, se observa la variación en la forma de los leucocitos al incubar extractos alimentarios. Sin embargo, “dicho testo no ha podido demostrar que exista reproducibilidad del mismo”.
"Hay un amplio consenso de comités científicos especializados en contra de estos tests"
Análisis del pelo. En teoría, se compara una muestra de pelo de la persona con una base de datos para identificar hipersensibilidad o intolerancia, pero esto no tiene base científica, según los especialistas del Grupo.
Hay otras pruebas, como la iridiología, la kinesología, el test de la voz (que “supone que los diferentes órganos se comunican entre ellos a través de ondas de sonido”) o el testo del pulso (que se basa en un aumento la frecuencia del pulso cardiaco al tomar determinado alimento) que se utilizan para otros presuntos diagnósticos pero que no presentan base científica alguna.
El Grupo Andaluz de Trastornos Funcionales Digestivos advierte que hay un “amplio consenso de comités científicos especializados en contra de los mismos” por su poca o nula evidencia científica.
Test con validez científica para detectar intolerancias
Por el contrario, señala que hay tests validados para detectar alergias, como el prick test, la determinación sérica de IgE específica, los tests de exposición controlada o las pruebas epicutáneas, así como otros para diagnosticar intolerancias (principalmente, el test de tolerancia en aire espirado), que tienen diverso grado de sensibilidad y especificidad.
Para estos, recomiendan acudir a un profesional sanitario que realice un diagnóstico adecuado. Si es positivo, seguidamente habrá que acudir a un dietista-nutricionista que recomiende unas pautas nutricionales avaladas científicamente.
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