domingo, 5 de mayo de 2013

Climática: El poder del Sonido

Las culturas antiguas creían que el sonido era la fuerza creativa, generatriz y responsable de la creación del Universo:

* La palabra “AUM”, conocida generalmente como Om en la tradición hindú, se consideraba el sonido impulsor de la formación del Universo.

* En el Nuevo Testamento podemos leer: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1.1), donde el término “Verbo” (del latín “verbum”, palabra) se refiere al sonido, que es la fuerza divina o fuerza creativa del Universo.

* Y posteriormente, nuestros científicos modernos sugieren la teoría del “Big Bang” como origen de este Universo en que vivimos, que sin duda alguna sería el sonido más grande que podríamos imaginar.

Los humanos en definitiva hemos empleado el sonido desde los albores de la Humanidad para recibir información de nuestro entorno acerca de su esencia y origen. Asimismo también lo hemos utilizado para comunicarnos interpersonalmente, y también para comunicar la sanación y transformarnos a nosotros mismos y a los demás.

Actualmente, nuestra ciencia occidental es la que aporta las evidencias más convincentes sobre la configuración y transformación de la materia a través del poder del sonido, con lo cual queda demostrada su capacidad curativa: Sabemos con toda certeza (como también lo sabían los antiguos) que todo nuestro Universo, y nosotros mismos incluidos estamos formados por átomos. Cada átomo está formado por un núcleo (neutrones y protones) y uno o varios electrones que giran a gran velocidad alrededor de este núcleo. El número de cada una de estas partículas aumenta o disminuye según la naturaleza de la materia a la que nos refiramos. Pues bien, teniendo en cuenta esta distribución de nuestra composición o nuestra esencia más física, está comprobado por numerosas investigaciones de rigor que el movimiento de giro de los electrones origina un compás o cadencia, la cual a su vez crea una onda o vibración; onda que es posible distinguir mediante nuestra percepción humana como forma o materia. En definitiva, que lo que percibimos como materia física, sólida e impenetrable, está sencillamente compuesta por estas partículas microscópicas, que con su ordenación y movimiento dan una imagen de solidez a lo que percibimos con nuestros sentidos, gracias a la mayor o menor longitud de onda de la vibración que provocan estos electrones en movimiento.

Siempre que coexisten cadencia, onda y forma, se produce el Sonido; por lo tanto, toda la materia es sonido y emite sonido, aunque dichos sonidos se encuentren, en su mayoría, fuera de nuestro limitado sentido físico de la audición. Nuestros cuerpos físicos son también campos electromagnéticos y de sonido, como también lo son nuestras auras, ambos (cuerpo y aura) compuestos por estos átomos anteriormente mencionados. En otras palabras, lo que nuestros sentidos humanos perciben como materia, no es otra cosa que un conjunto de campos electromagnéticos resonantes, estrechamente vinculados e interpenetrados: es decir, una manifestación densa de SONIDO (con espacio intercalado). 

La ciencia de la cimática es la que demuestra de forma visual el modo en que este sonido configura la materia. La cimática consiste en el estudio del fenómeno de las ondas, y fue “descubierto” (como también se afirma que Colón “descubrió” América), en la década de los 30 por el científico alemán, Dr. Hans Jenny. Sus experimentos demostraron que, si se colocan polvos finos, arena y virutas de acero sobre una lámina de metal y se les aplica una vibración de ondas acústicas, dichas partículas se organizaban formando patrones intrincados. Las diferentes sustancias se concentran en los senos o depresiones de las ondas acústicas, destacando de ese modo el lugar donde el sonido es más denso. Estos sorprendentes patrones, también conocidos como figuras Chalynadi, configuran, en el caso de los sonidos armoniosos, mandalas geométricos simétricos.

Nosotros estamos vibrando constantemente. Cada molécula, célula, tejido, órgano, glándula, hueso y fluido de nuestros cuerpos tiene su propio índice de vibración. Lo mismo ocurre con cada chakra y cada capa de nuestro campo electromagnético personal: nuestro aura. Estos puntos y campos de energía son de igual importancia para el cuerpo físico, aunque menos densos. En cierto sentido reflejan el estado del cuerpo físico aunque lo que realmente se ha podido comprobar en investigaciones científicas es que es el cuerpo físico el que refleja el estado del aura. La ciencia de la cimática prueba más allá de toda duda que cualquier sonido cercano al organismo humano origina un cambio físico en el organismo así como en sus campos electromagnéticos. Este cambio puede que solamente sea temporal, pero mientras perdura es posible que provoque ciertas capacidades y cualidades altamente poderosas. Este es el momento en que entra en juego el poder de la sanación a través de este sonido.

La terapia del sonido se fundamente en este principio de “resonancia en simpatía o solidaria”. El término resonancia se refiere al índice vibratorio de un objeto, y la resonancia solidaria o en simpatía se refiere al hecho de que un objeto vibrante provoca una vibración acompasada en otro. Dicho de otro modo, el índice de vibración de un objeto se iguala al índice de vibración de otro objeto. Así es como lo ha demostrado la cimática, y a esto se debe el hecho de que algunas cantantes de ópera sean capaces de romper objetos de cristal con sus voces, o de que el ruido de los vehículos en circulación provoque el traqueteo de sus muebles.

Ya hemos demostrado que cada parte de nuestro cuerpo y sus campos energéticos están vibrando constantemente. Es lógico, pues, que cada parte del cuerpo, ya se trate de un órgano o de un chakra, tenga una frecuencia o velocidad de vibración óptima, una vibración sana. Esto es lo que percibimos cuando una persona nos da “buenas vibraciones” o vibraciones que llamamos positivas. En cambio, cuando estamos enfermos se debe a que alguna parte de nosotros no está vibrando en armonía consigo misma, con las demás partes o con el entorno. Esta disonancia o enfermedad puede ayudar a sanarse con sonido y voluntad (con el poder de la intención)‚ devolviendo a las partes enfermas su frecuencia sana: al dirigir el sonido correcto hacia nosotros mismos o hacia la persona que desea ser curada, podemos regresar a una vibración óptima, sana.

Los terapeutas del sonido y todos los que de manera regular empleamos el sonido para sentirnos mejor o ayudar a otros a que se sientan mejor, contamos con muchos recursos a nuestra disposición. Los terapeutas del sonido occidentales utilizamos una combinación de voz e instrumentos acústicos y sagrados de distintas culturas. Un conocimiento funcional del sonido, intención, intuición y energía provocará cambios poderosos en cada nivel de nuestro ser. Se trata de una terapia holística que actúa en los estratos físico, emocional, mental y espiritual.

IVÁN

Terapeuta de Reiki 

Fuente: http://reikiterapiavigo.wordpress.com/2013/04/23/cimatica-el-poder-del-sonido/

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