El bisfenol A (BPA) es un producto químico que se encuentra en la mayoría de plásticos, latas y otros tipos de alimentos y envases de bebidas, así como en los billetes, en los tickets de compra y en las nuevas resinas dentales. Es un conocido disruptor endocrino que altera el funcionamiento normal de la hormona (induce la feminización por la producción de estrógenos en los ratones de laboratorio).
Se ha relacionado con la obesidad, trastornos en la fertilidad y de reproducción en ambos sexos, cáncer de mama, problemas de conducta, y otros. A principios de este año, se estudiaron sus efectos en el desarrollo neuronal y se ha comprobado que causa daño cerebral. Hace dos años, un estudio de Harvard encontró altos niveles de bisfenol A (un 1200% más) en la orina de las personas tras consumir una sopa enlatada.
Sólo en la lista de la Agencia de Protección Ambiental no está recogido como una de sus preocupaciones; un grupo de investigadores han realizado nuevos estudios y pruebas y los resultados son aleccionadores...
Landes Bioscience ha publicado un estudio titulado "Efectos de dosis bajas de Bisfenol A: una revisión integral in vitro, en animales de laboratorio y en estudios epidemiológicos". Este grupo ha analizado cientos de estudios en 2007 y partió en su hipótesis de los niveles que se consideran peligrosos. La dosis más baja que tiene efectos adversos sobre los mamíferos en el laboratorio es de 50 mg por día, lo que significa que dañaría a los seres humanos a niveles superiores a los 50 mg.
Esto era lo que se ha supuesto durante mucho tiempo. No es así. Los estudios anteriores no eran del todo correctos, ya que sólo veían el problema de forma parcial, y ahora se han considerado también los efectos en el cuerpo humano a largo plazo.
Este equipo tuvo un enfoque más integrador. Contrastaron 450 estudios recientes, hicieron nuevas investigaciones tanto in vitro como in vivo. Ya encontraron efectos a niveles muy bajos, de 10 a 40 veces menor que lo que citan los estudios anteriores, que son cantidades a las que la gente puede estar sometida diariamente. También afectan a la vida silvestre, pero también provocan problemas de comportamiento, infertilidad, alergias, síndrome del ovario poliquístico y respuestas inflamatorias en los seres humanos.
Entonces, ¿eso que nos decían sobre los niveles seguros es totalmente falso, porque no se tuvieron en cuenta los efectos a más largo plazo? Pues bien, llegaron a la conclusión de que con este nuevo enfoque a dosis inferiores ya se obtienen efectos adversos.
Los investigadores esperan que con este nuevo estudio se reconsidere el marco regulatorio por parte de la Agencias de Regulación, pero parece que como siempre el interés se encuentra en proteger a las empresas, que se esconden detrás de "información comercial confidencial". La Agencia de Protección Ambiental estadounidense ha ignorado este estudio que se realizó el año pasado, que mostró que pequeñas cantidades de bisfenol A podrían causar más daño incluso que dosis mayores.
Pero incluso si se prohibiera su uso, la preocupación por parte de los consumidores no disminuiría, pues muchas veces se sustituye por otra sustancia incluso más perjudicial, que no se detecta hasta que han pasado unas décadas y se abre paso lentamente por medio de investigaciones y llega el conocimiento al público. Esta es la historia del BPA. Eso significa que cuando una empresa pone que su envase está libre de bisfenol A no sabemos por qué otro producto químico lo ha sustituido. ¡Quizás sea aún peor! Por ejemplo, el bisfenol S, que sustituye al bisfenol A, tiene los mismos efectos tóxicos y tarda más tiempo en degradarse en el medio.
Y las Agencias de Regulación no están ayudando en este asunto. Si desea evitar los graves daños de los disruptores endocrinos, debe reducir la exposición a productos químicos que se encuentran en los alimentos, en los envases, en los productos de higiene personal y limpieza del hogar. Coma productos frescos en lugar de enlatados u otros envases. Y regularmente desintoxique con probióticos y té negro, del cual se dice que reduce los niveles de bisfenol A.
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Heather Callaghan
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