El ictus, enfermedad cerebrovascular, isquémica o hemorrágica producida por la alteración brusca de la circulación de la sangre que llega a nuestro cerebro, es una de las causas de muerte del ser humano más extendidas y la principal en el fallecimiento de las mujeres en nuestro país.
Os explicamos los detalles de esta afección con motivo de la celebración de su Día Mundial (29 de octubre).
Los motivos de esta dolencia pueden deberse bien a un coágulo que obstruye el paso de la sangre hacia una parte del cerebro (ictus isquémico), o a una hemorragia originada por la rotura de un vaso cerebral (ictus hemorrágico).
Según datos del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología, se estima que cada año 130.000 personas sufren un ictus en España, enfermedad que provoca la muerte en un 30 por ciento de los casos o una discapacidad grave en el 40 por ciento.
Además, ya es la segunda causa de muerte en España por detrás del cáncer y la primera de discapacidad grave en adultos. En este sentido, se prevé que uno de cada seis españoles padezca un ictus en su vida, problema que también puede afectar a los más jóvenes.
Las principales señales de alarma son:
- Pérdida de movilidad o fuerza en la mitad del cuerpo.
- Trastorno repentino del lenguaje. Genera dificultades a la hora de articular palabras, así como que los demás tengan dificultades para entender a quien lo sufre.
- Pérdida brusca de sensibilidad en mitad del cuerpo (cara, brazo, pierna…).
- Pérdida de visión total o parcial en uno o ambos ojos.
- Pérdida brusca de la estabilidad y del equilibrio. Sensación de vértigo, inestabilidad y confusión repentina.
- Dolor de cabeza de alta intensidad (no habitual) y sin causa.
Es importante llamar al servicio de emergencias (061 ó 112, dependiendo de la Comunidad Autónoma) o acudir al hospital cuanto antes en caso de que detectes en ti o en otra persona alguno de estos síntomas.
Aunque el ictus suele afectar más a las personas mayores, con unas tasas que se multiplican por 10 en mayores de 75 años, también puede producirse en los jóvenes.
La edad, el sexo y la historia familiar son factores de riesgo vascular que no se pueden modificar. Sin embargo, hay otros modificables sobre los que sí se puede actuar, tales como la hipertensión arterial, las cardiopatías, la fibrilación auricular, la diabetes, la hipercolesterolemia, la obesidad o el tabaquismo, entre otros.
De hecho, según la Federación Española de Ictus (FEI), en caso de poder controlar factores de riesgo como la hipertensión arterial, la diabetes, las enfermedades cardíacas, la apnea del sueño, la obesidad o ciertos hábitos de vida nocivos, se evitarían hasta el 80 por ciento de los casos.
Consejos para prevenirlo:
- Controla la tensión arterial.
- Vigila el nivel de colesterol y de azúcar en sangre.
- Sigue una dieta baja en sal y grasas.
- Practica ejercicio de forma moderada.
- Evita el tabaco.
- Si consumes alcohol, procura no abusar del mismo.
Por último, desde FEI advierten de que el tratamiento del ictus no termina con el alta hospitalaria. Hay que continuar con fisioterapia, logopedia, psicología o terapia ocupacional en función de las necesidades de cada paciente.
Por Monica De Haro
No hay comentarios:
Publicar un comentario